9 de diciembre de 2008

Ahmatael y la Mezquita del sexto piso

Por: Sergio Held Otero





En el sexto piso de un viejo edificio sin fachada, funciona la Asociación Benéfica Islámica desde el año de 1979. Un señor, llamado Ahmatael es quien dirige la mezquita y sala de oración que allí funciona. ¿Quiénes son los musulmanes que allí acuden? ¿Cómo ha sido su historia?



En pleno corazón de San Victorino – una plaza dedicada al comercio al por mayor y al detal -, funciona, en un viejo y caído edificio la Asociación Benéfica Islámica, que es en realidad una comunidad musulmana que se reúne en esta sala sin muebles, sólo tapetes, a rezarle a Alá y a recordar la enseñanzas de Mahoma.

Luego de subir por unas oxidadas escaleras, se llega al curioso sexto piso, en donde quien recibe a los visitantes, es quien más cerca se encuentre de la puerta.

A la llegada, se le indica a la visita la necesidad de quitarse los zapatos para poder ingresar a las salas de oración, razón por la que cientos de zapatos desfilan en un armario en la entrada.

Una decoración muy sencilla se presenta ante los ojos de los pocos visitantes y los muchos feligreses. Los únicos muebles que hay se encuentran en una pequeña sala ubicada justo a la entrada del sexto piso; en las salas de oración sólo se encuentran tapetes persas, un podio con la silla de Ahmatael – quien dirige la Asociación -, y muchos cuadros con oraciones en árabe, así como fotos de la Meca.

Una pared en madera divide la sala en dos. La razón: por respeto hacia los hombres las mujeres – que deben portar el chador – tienen que orar por aparte.

Las oraciones comienzan todos los viernes a la 1 de la tarde, y a la mezquita acuden unos 80 feligreses. – Ha habido tiempo difíciles – dice Ahmatael, quien recuerda los insucesos de la invasión a Kuwait por parte del régimen de Saddam Hussein en 1990. Y no es para menos, pues con la invasión las instituciones como el Ministerio de Asuntos Religiosos que apoyaban la misión de Ahmatael y de la Mezquita en Bogotá, se fueron abajo. Pero no son muchos los costos, por la misma sencillez de la mezquita, y con la colaboración de los feligreses, se puede sostener el centro de oración.

Poco a poco, se comienza a llenar la mezquita, y quienes van llegando, caen de rodillas sobre los tapetes, inclinan sus cabezas y comienzan a rezar – la mayoría en árabe -; otros pocos hacen visita y se actualizan sobre las conferencias que habrá los sábados en la mezquita. Las pocas mujeres que comienzan a llegar, se dirigen de manera silenciosa a su sala de oración – una madre llega con su hija de 9 años y las dos portan el chador para cubrir sus rostros -.

A los visitantes no se les permite quedarse durante la ceremonia religiosa, y mucho menos tomar fotografías o video durante la misma.

La mayoría de feligreses colombianos, han emigrado hacia la religión del Islám desde la religión católica; ellos dicen que cada día son y serán más, y que reciben a personas de todas las edades, como es el caso de Isabel Delgado Molina, quien a su avanzada edad asiste a la mezquita, pues su hijo es hijo natural de un sirio o palestino – no tiene claridad sobre el tema – y ha sido su hijo quein la ha guiado a la mezquita, luego de haber sido ella devota toda su vida de la Virgen María y de la Iglesia Católica. “Un problema que tuvo mi hijo y resultó en la cárcel, y aquí los abogados musulmanes me ayudaron a sacarlo y a veces me ayudan con una platica” dice doña Isabel, una vendedora de incienso en el 20 de julio.

Y, aunque poco conocida en Bogotá, la Mezquita le permite a personas de todos los niveles sociales y provenientes de todas las religiones, ser acogidos en el seno de la religión musulmana, en donde la comunidad comparte, y con un espíritu de solidaridad intenta ayudar a todos los miembros de la misma.

Ahmatael, el director de la mezquita, es corresponsal extranjero para medios de comunicación de Europa, y ha decidido quedarse para seguir con su misión de expandir el Islám y fortalecer su amistad con colombianos y extranjeros que semana a semana acuden a la mezquita, a orar, a compartir, a ayudar.

Para oír el reportaje completo, de click en reproducir:


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